No hay nada que celebrar

Prefirió los intereses personales y grupales antes que los nacionales y de los peruanos.
Escribe: Arístides Alvarez
20 de febrero de 2023
Cuándo el conteo de votos –en segunda vuelta- llegó a superar los cincuenta, Silvia Monteza, vestida con traje de fiesta y sentada en su curul, no pudo evitar sonreír, en señal de ser la virtual segunda presidenta de la Mesa Directiva del Congreso 2022-2023.
Antes de llegar al voto 67 en la sesión del pleno del Congreso del viernes 10 de febrero, para propios y extraños resultó repugnante ver en televisión que el primero que se acercó a felicitarla fue Darwin Espinoza, el piraña de “Los Niños”-la escoria de Acción Popular-, seguido de sus compinches Ilich López, Elvis Vergara, José Arriola (ex jefe del Vaso de Leche de la municipalidad de Ate), Wilson Soto, Hilda Portero, Karol Paredes (ex Nueva Amazonía del corrupto César Villanueva) con abrazos y besos, incluyendo, por supuesto, a la impopular María del Carmen Alva, promotora y operadora de su candidatura, mientras que el otro “Niño”, el desprestigiado médico loretano Juan Carlos Mori, se estrenaba como cargador de carteras. La escena del besamanos, continuó, con colegas de otras bancadas e incluso de Azurín, el perdedor.
¿El triunfo (pírrico) de Monteza beneficia a Acción Popular?. No, en lo absoluto. Por el contrario, sigue resquebrajando la imagen de honestidad del partido fundado hace 66 años por su líder insustituible, Fernando Belaunde Terry, nacido en las calles en el fragor de la lucha política y social de los jóvenes universitarios del Frente Nacional de Juventudes Democráticas contra la dictadura de Odría en 1956, que adoptó una ideología inspirada en las enseñanzas, tradiciones y costumbres ancestrales de nuestro pueblo: “El Perú como doctrina”, y reconoce, promueve y defiende los derechos de la persona humana, el sistema de gobierno basado en la democracia a fin de alcanzar una sociedad justa, libre y solidaria.
Belaunde en vida, nunca compartió el poder del Estado con organizaciones políticas de prácticas contrarias a la libertad, democracia y gobernabilidad y la persona. Jamás, se sentó al lado del autócrata Alberto Fujimori, sus descendientes u operadores. Por el contrario, apoyó con su aliento a sus correligionarios en la Marcha de los Cuatro Suyos contra el sátrapa japonés y recomendó la no participación de Acción Popular en la elaboración de la Constitución de 1993. Su más cercano seguidor, Valentín Paniagua Corazao, fue el último presidente de transición que luchó de verdad y frontalmente contra la corrupción de una década en el Estado, recibiendo, en venganza, del poder fáctico y los medios de comunicación, cómplices de la derecha mercantilista del país, el veto a su candidatura en el 2006, que prefirió a AG.
Ambos, ejemplares demócratas y auténticos defensores del débil y menospreciado sistema de gobierno en el Perú, consideraban que la genuina manera de alcanzar el poder del Estado era ganando limpiamente las elecciones generales, como sucedió en 1963 y 1980 cuando Belaunde derrotó a Víctor Raúl Haya de la Torre y al propio Odría, y Armando Villanueva del Campo, respectivamente, en épocas de dictadura y militarismo.
La tradición, la rompió el imbécil de Manuel Merino, cuando se unió a las “agrupaciones políticas” (partidos-empresa y/o vientres de alquiler) de falsos lideres e implicados en actos de corrupción (Podemos, APP, Somos Perú y UPP), para ganar la presidencia del Congreso en el 2020, alentado por conocidos y malos militantes y pobres diablos como Jhon Saba, y en forma encubierta por el aprofujimorismo y los congresistas disueltos quiénes para saciar su sed de venganza demandaban la vacancia del presidente Martín Vizcarra, siguiendo la barbarie ley de Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”; además, de asegurar el statu quo de los grandes negocios de la derecha empresarial mercantilista.
Todos, sabemos cómo terminó el “Niño” burro de Merino (que no pudo finalizar su carrera universitaria), pero actualmente feliz con las gollerías burocráticas y pensión presidencial de por vida por cinco días de un gobierno de vergüenza nacional e internacional, gracias a su sucesora, María del Carmen Alva, hijita de mamá, sin inteligencia (ni emocional), pero campeona del racismo, discriminación e intolerancia (como la que practicó abiertamente en el Congreso contra su correligionaria cuzqueña y quechuahablante Celia Quispe), y acostumbrada vivir de la teta del Estado. (Vayan al Google donde la conocida psicóloga Carmen Gonzáles no se cansa de describir ampliamente las patologías y personalidad de la Sra. Alva.)
Alva, fue la negociadora de la candidatura de Monteza con las distintas bancadas del Congreso y después de hacer las paces con “Los Niños” a cambio de votos por impunidad y el tentador ofrecimiento de un posible gobierno presidencial por sucesión ante la eventual renuncia de William Zapata y Martha Moyano, dado el rechazo contra ambos por una mayoritaria población peruana que pide la renuncia de Dina Boluarte y cierre del Congreso. Se trata de un pacto cuasi delincuencial, donde Monteza simplemente es el adorno en el pastel, la muñequito que no habla y no opina, como se hizo notar minutos después de su elección al no contestar a los periodistas si iba a proponer a su bancada firmar el proyecto para debatir el adelanto de elecciones generales 2023 convertido en una quimera. Y, cuando apareció al día siguiente, como piedra andante junto a los demás miembros de la mesa directiva del Congreso exhibiendo donaciones privadas para los damnificados de Arequipa en innecesaria competencia al Ejecutivo.
Antes, durante la cuarta ola del Covid-19, Monteza y Alva, estuvieron involucradas en el mayúsculo escándalo cuando el Premier Aníbal Vásquez denunció públicamente el “contrabando” del Legislativo de incluir en la ley que exoneraba del pago del IGV a productos de la canasta básica familiar, otros de lujo como el lomo fino, faisán, gallina de Guinea, lasaña, entre otros. La primera, era presidenta de la Comisión de Economía, y la segunda, presidenta del Congreso y autora de esa iniciativa legislativa. El forado al erario nacional se estimó en 3,200 millones de soles. Ambas, minimizaron el grave hecho y lo calificaron de un “error”, que pasó desapercibido debido a las restricciones de acceso al Congreso a la prensa por orden de Alva. Los autores directos de tamaño despropósito fueron José Nieves Menor Chingo, fujimorista y activo candidato al distrito chotano de Cochabamba por Avanza País en el 2022 y el ex toledista José Ignacio Carrión, asesores de la Comisión de Economía y contratados por Monteza, junto a la secretaria técnica, Guliana Lastres, y el aprista Alberto Flavio Rey; todos, defensores a muerte del modelo económico neoliberal establecido en la Constitución de 1993.
En la comisión de Economía, se aprobaron otros proyectos en beneficio de los grupos económicos. El recuerdo de algunos botones de muestra: Monteza escribió en su cuenta de Twitter: ¡Una devolución de AFPs sin afectar la economía sí es viable!, o, la aprobación de la ley de devolución de los aportes del Fonavi, que el MEF se niega a cumplir argumentando la inconstitucionalidad de la norma debido a la “no iniciativa de gasto del Congreso” e insuficiencia de recursos. Fue: “un engaña-muchachos”. En relación a la ley “faisán” no hubo investigación ni sanción siquiera administrativa a los responsables, que en su mayoría continúan laborando en la comisión de Economía, hoy, controlada por el fujimorismo.
Silvia María Monteza Facho, ha sido comprendida en la ampliación de la investigación de la Fiscal de la Nación (iniciada por Zoraida Avalos, no por Patricia Benavides) en el caso “Los Niños” e incluye a su colega de bancada, la masajista Hilda Portero, y otros ya conocidos, por los presuntos delitos de organización criminal y tráfico de influencias. Empero, como segunda vicepresidente del Congreso, resultaría autoblindada.
Así que no hay nada que celebrar, Sra. Monteza. Usted, fiel seguidora de la máxima “hay que compartir el poder” del “Niño” Espinoza, ha optado por los libertinos y enemigos de la democracia, gobernabilidad y los derechos humanos -como también lo hizo Alva-. Ha preferido ocupar un asiento en la mesa directiva del Congreso cómplice de un gobierno dictatorial responsable de la muerte de más de 60 compatriotas y cientos de heridos, víctimas de un absurdo enfrentamiento violento con las fuerzas del orden, como única forma de acallar la legítima demanda “que se vayan todos” del pueblo en las calles.
Nota de redacción:
Monteza ha tomado conocimiento que no puede contratar a nuevos trabajadores ni para su oficina ni para las áreas vinculadas a la segunda vicepresidencia del Congreso. Todos, tienen contratos indeterminados, con excepción del impresentable Fernando Arias Stella, personero nacional alterno de Acción Popular, a quién ha designado como jefe de Cooperación Internacional. «Los Niños» saben que Arias ha enviado un oficio al JNE pidiendo que se reconozca el CEN de Edmundo del Aguila papá?. El acto aparentemente personal asegura que la crisis partidaria continuará como un círculo vicioso.