Dictadura congresal a la prensa

Las restricciones de acceso y cobertura a los periodistas continúan en el Congreso después del Covid 19. Los inexpertos colegas y otros no denuncian por temor a perder sus empleos. Foto: Réplica.
Escribe: Arístides Alvarez
Fecha: 29-09-2023
No sólo hay reglaje a los periodistas en el Congreso, sino también prohibición de acceso a transitar por los pasillos distintos al Hall del Palacio Legislativo y al contacto (directo) a los congresistas y personajes invitados.
La dictadura congresal contra la prensa, inicialmente tuvo como justificación la pandemia del Covid-19, a la que pretextó la racista y choleadora presidenta María del Carmen Alva para negar el acceso de cobertura a los medios de comunicación, mientras sus colegas congresistas e invitados sin mascarillas y hasta en pantalones cortos, entraban y salían como Pedro en su casa.

Durante casi un año, la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, negó a los periodistas el acceso a la cobertura periodística. Foto. Réplica.
Casi al final de su gestión, cedió debido a la protesta diaria de los periodistas y algunos gremios (el colegio de Lima y nacional de periodistas, fue sordo, ciego y mudo), volviendo a ser el Congreso de la República una fuente de información pública, aunque con limitaciones de desplazamiento -supuestamente por medidas de salubridad-y con la reapertura en el uso de la sala de cronistas parlamentarios desempolvando las obsoletas computadoras y con restringido acceso a Internet.
Con la asunción del exgeneral montesinista Jorge Williams como sucesor de Alva, las restricciones internas a los hombres y mujeres de prensa continuaron. Se prohibió a los trabajadores y especialmente a los periodistas transitar en ida y vuelta por el pasadizo de acceso a la oficina de la entonces primera vicepresidenta, la fujimorista Martha Moyano, (que gastó más de 500 mil soles en su remodelación), colocándose una puerta de madera resguardada permanentemente por un empleado de seguridad.
Otras prohibiciones a los periodistas son caminar por el pasadizo que conduce a la Sala Raúl Porras Barrenechea, ex Hemiciclo del Senado, su ingreso y todo contacto con los congresistas e invitados que concurren a las sesiones de las comisiones ordinarias, especiales y eventos políticos, sociales y culturales que allí se desarrollan, e incluso al término de las mismas.

Personal de seguridad impidiendo el paso a los periodistas a la sala Porras Barrenechea durante la condecoración a María del Carmen Alva. Foto: Réplica.
Empleados de seguridad malcriados e intransigentes han impedido el paso al suscrito pese a contar con la credencial de prensa o pase otorgado por la oficina de comunicaciones, previa acreditación formal como medio de comunicación, repitiendo al unísono: “que los periodistas deben hacer su cobertura sólo desde la galería de prensa” (muchas veces, ocupada por personal de los congresistas, sus invitados y visitantes). La inverosímil versión es avalada por el supervisor de seguridad del Palacio Legislativo, que argumenta que “son órdenes del jefe de seguridad y el presidente del Congreso”.

Este empleado de seguridad nos siguió y exigió la devolución de nuestra credencial de prensa porque «estamos prohibidos de ingresar a la Sala Porras Barrenechea». El soplonaje y ayayerismo en su máxima expresión. Foto. Réplica.
Todos, además, repiten: que cualquier contacto y de acceso a los congresistas debemos hacerla con el “coordinador de la oficina de comunicaciones del Congreso”, que en al argot periodístico se conoce como “soplón”, desnaturalizando el libre ejercicio del periodismo, la libertad de expresión, prensa e información, consagrados como derechos universales y humanos. Ellos y los agentes de seguridad (armados que hacen de asistentes y su presencia nunca antes fue permitida) y asesores de prensa de los congresistas son los “ojos y oídos” que ha denunciado con evidencias el portal El Foco.

Torpe supervisor de seguridad de Palacio Legislativo repite y justifica a coro las arbitrariedades contra los periodistas. El soplonaje y el seguimiento se hace a través de radios portátiles. Foto. Réplica.
RÉPLICA ha resultado víctima de estas arbitrariedades durante la cobertura de dos eventos en la sala Porras Barrenechea, el pasado 14 de junio durante el homenaje de condecoración a María del Carmen Alva por parte del entonces presidente del Congreso, Williams Zapata; y el 7 de julio al finalizar la ceremonia de homenaje de aniversario del partido Acción Popular, un empleado de seguridad nos siguió y exigió que le entreguemos la credencial del Congreso dado que periodistas están prohibidos de ingresar a dicha sala.
En el edificio Víctor Raúl Haya de la Torre, donde también desarrollan sesiones las diversas comisiones y grupos de trabajo, ocurre similar prohibición y hasta seguimiento a los periodistas. Su supervisor, un conocido empleado de seguridad amparándose en su condición de ser trabajador estable, constantemente maltrata a los visitantes y periodistas. A los últimos exige que le digamos a dónde vamos para dejarnos pasar y con frecuencia nos interviene para que le digamos de qué medio somos.

Supervisor matón del edificio Víctor Raúl Haya de la Torre, que su ufana de ser empleado estable del Congreso. Foto. Réplica.
El pasado 13 de setiembre, cuando subíamos por la escalera al segundo piso para ir a los servicios higiénicos, envió a un joven (ver foto) a impedirnos el paso argumentando que “los periodistas están prohibidos de ir al segundo piso” y no contento con ello, éste nos siguió mientras nos dirigíamos a la sala correspondiente para realizar la cobertura de prensa.

Supuesto empleado de seguridad del Congreso, sin identificación personal ni institucional, que nos hizo seguimiento y tomó una foto. Foto: Réplica.
RÉPLICA denuncia a los organismos internacionales y nacionales que estos hechos constituyen delito de abuso de autoridad y un atentado a la libertad de expresión y prensa siendo sus directos responsables, el presidente del Congreso, Alejandro Soto (conocido odiador de periodistas), el jefe de seguridad y el jefe de comunicaciones, Italo Sifuentes Alemán.
Estas prácticas sólo ocurren en las dictaduras.
(¡Feliz día del periodista!)